Los Agentes Autónomos son sistemas de IA diseñados para actuar de forma independiente en un entorno para alcanzar objetivos específicos. Tienen la capacidad de percibir su entorno (a través de sensores o datos), tomar decisiones basadas en esas percepciones y en sus objetivos, y ejecutar acciones para modificar el entorno o alcanzar sus metas, todo ello sin intervención humana directa y continua.
Piensa en un robot aspirador inteligente: percibe la habitación y los obstáculos (sensores), decide la mejor ruta para limpiar (toma de decisiones) y se mueve para aspirar la suciedad (ejecuta acciones). Otro ejemplo más complejo podría ser un sistema de IA que gestiona automáticamente inversiones financieras, analizando el mercado (percepción), decidiendo cuándo comprar o vender (decisión) y ejecutando las órdenes (acción).
La clave es la autonomía: la capacidad de operar y adaptarse a situaciones cambiantes por sí mismos. Los agentes autónomos, a menudo impulsados por LLMs y otras técnicas de IA, son un área de investigación muy activa con potencial para automatizar tareas complejas en diversos campos.